Si querés que tu peluca se mantenga en excelentes condiciones y dure por más tiempo, es imprescindible que lleves adelante una buena rutina de cuidado que incluya acciones de limpieza, cepillado, hidratación y manipulación adecuadas.
En lo que a higiene respecta, para lavar peluca de manera efectiva es necesario seguir algunas estrategias clave.
A continuación, explicamos la importancia del lavado en las pelucas y detallamos cuáles son los mandamientos que te ayudarán a mantener tu peluca impecable.
Al igual que sucede con nuestro cabello, cuando se usan, las pelucas acumulan suciedad, residuos de productos y grasa del cuero cabelludo. Esto puede llevar a que luzcan opacas y grasosas.
El lavado elimina estas impurezas, restaurando la suavidad, frescura y brillo de las fibras y, en consecuencia, mejorando su apariencia.
Por otro lado, una limpieza adecuada con los productos correctos ayuda a mantener la peluca hidratada y suave, prolongando su vida útil.
Aunque la frecuencia de lavado varía según el uso que se le da a la pieza, generalmente se aconseja higienizarlas cada 1 o 2 semanas, o bien cuando la peluca cuando se sienta pegajosa, seca o sin volumen.
Además, en el caso de las pelucas de pelo natural, se recomienda lavarlas incluso cuando no se usan por un tiempo, ya que las fibras naturales tienden a deshidratarse.
Ahora que conocemos la importancia de lavar las pelucas, llegó el momento de que revelemos 10 preceptos fundamentales para una limpieza adecuada.
Antes de mojarla, desenredá cuidadosamente tu peluca con un cepillo o un peine de dientes anchos. Comenzá desde las puntas y subí gradualmente hacia la base.
Si en algunos tramos está muy enredada, podés utilizar tus manos para desarmar los nudos que a veces se forman en las fibras.
Los champús y acondicionadores regulares pueden dañar las fibras. Por eso, utilizá únicamente productos diseñados para pelucas sintéticas o naturales, según sea el caso.
Nada de agua caliente ni mucho menos hirviendo. El agua que utilices para lavar tu peluca debe estar fría o ligeramente tibia.
Así, podrás mantenerla sin dañar las fibras. Esto es válido tanto para pelucas de cabello sintético como natural.
Para lograr una distribución más uniforme y evitar la acumulación de producto, es fundamental diluir el champú en el agua fría o tibia antes de aplicarlo sobre la peluca.
Si querés evitar daños y enredos en las fibras de cabello, no las frotes ni las retuerzas.
Lo mejor es sumergirla suavemente en el agua jabonosa, deslizar suavemente los dedos por las hebras para limpiarlas y enjuagarla bajo el agua corriente.
Colocá el acondicionador en las puntas y en la parte media de la pieza, evitando la base para no aflojar las fibras.
Nunca retuerzas ni escurras la peluca para eliminar el exceso de agua. Si querés evitar daños, presioná suavemente con una toalla para absorber la humedad.
Lo ideal es dejar secar la pieza al aire libre, ya que esto ayuda a que mantenga su forma.
Si tu peluca es sintética, dejala secar en un cabezal a temperatura ambiente.
En cambio, si es de cabello natural, podés usar secador a una temperatura mínima. En este caso, la clave para que mantenga su brillo y textura es aplicarle un protector térmico especialmente formulado para este fin.
Si guardás una peluca que aún no terminó de secarse, no solo puede enredarse, sino que también puede tomar mal olor.
Nunca laves tu peluca con demasiada frecuencia, ya que el lavado excesivo puede acortar su vida útil.
Si bien la periodicidad del lavado depende del uso, en líneas generales es necesario lavarla cada 20 días.
Siguiendo estos 10 mandamientos, tu peluca se mantendrá hermosa, suave y con un aspecto impecable por mucho tiempo. ¿Tenés dudas? Contactanos.